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Los 3 decanatos de Piscis

Todo signo está compuesto por 30 grados, y estos grados se dividen en tres grandes grupos de 10° cada uno, delineando tres fases propias de cada energía. La primera fase sería la cardinal, es decir, la explosión propia de la energía. La segunda fase sería la fija, que es la cristalización en lo que el signo representa. Y la tercer fase sería la mutable, la que se prepara para el cambio al signo siguiente, por lo que la energía se disuelve y se reabsorbe a sí misma.

 

El primer decanato de Piscis: La Disolución de los Límites.
La carta que representa al primer decanato es el 8 de Copas, que es una figura que muestra a una persona, de espaldas, retirándose de un espacio, dejando las copas que había conseguido que simboliza logros conquistados. Nos trasmite una imagen de cierta tristeza, o melancolía, porque tiene que ver con el abandono de algo que ya cumplió con su ciclo y no le sirve más en su camino evolutivo. La persona se embarca en lo que parece una peregrinación hacia un horizonte incierto, a la luz de la luna, que nos remite a la idea de una búsqueda reflexiva y de introspección.
Este decanato está regido por Saturno, que tiene que ver con las limitaciones, pero también con el trabajo duro que recompensa. Es la noción de propósito de Piscis, que tiene que ver con hacerse cargo del mundo emocional, no sólo propio, sino también del ajeno. Los piscianos de este decanato sienten una gran responsabilidad para con la humanidad, en la que han de restablecer el orden perdido. Sólo los piscianos elevados cumplen el rol de padre que cumplió Jesucristo, que es ponerse en los hombros la tarea de salvar a la humanidad.
Esta fase del signo tendrá que ver con la ausencia de un padre que lo abandonó, o de una ley que no era justa, o que estaba dada vuelta. Los planetas en esta sección del signo tendrán que resignificar los límites, que no aparecen claros, sino que, al contrario, todo parece estar dado vuelta. A menudo serán situaciones donde los roles están torcidos, y uno termina ayudando caritativamente a los demás; pero los otros son negligentes, necios y poco empáticos y produce un desborde caótico.
La gente se aprovechará de tu bondad, y tú serás quien tiene que lidiar con el desafío de poner los bordes que nadie pone. Pero no son límites tangibles, sino que tienen que ver con límites espirituales. Esto es, trabajar con la noción de qué es lo correcto y qué es lo verdaderamente bueno. Decir sí a todo seguramente no lo es, y nos enrosca en situaciones desventajosas, y a veces, peligrosas.
Si no somos conscientes de los límites, la vida nos pondrá desafíos difíciles de dilucidar, porque aparentarán ser situaciones azarosas, “del destino”, pero que lograrán hacernos rendir ante lo inconmensurable. Lo siguiente será reconocer el orden supremo que rige sobre esta dimensión, maravillarse por lo curioso del Universo y cuestionarse duramente por la ceguera con la que hemos cargado hasta ese entonces. Entonces nos quebraremos y lloraremos al cielo, pidiendo perdón y clamando misericordia. Será el acto de redención, el acto de salvación de nuestra alma. Y cargaremos desde ahora con un sentido de responsabilidad para con Dios.
Este decanato nos obliga a  elevar nuestra vibración y hacernos cargo de una misión de vida, donde ponderaremos el amor universal, la empatía totalitaria y la verdadera comprensión. Aprenderemos a dar la otra mejilla y responder con altura espiritual, y dejaremos de ser víctimas de nuestro destino, para ser los obradores de la bondad de Dios en el mundo, como mensajeros, canales y puentes de lo divino.

El segundo decanato de Piscis: El Encuentro con lo Divino.

 

La carta que representa al segundo decanato es el 9 de Copas, donde aparece la figura de un hombre sentado muy plácidamente en un banco, con 9 copas siendo exhibidas en un muestrario por detrás de él. El hombre cruza sus brazos y abre sus piernas, lo que nos trasmite una idea de paz interior, y refiere a las situaciones de la vida donde nos sentimos bendecidos, completos, complacidos, en un nivel más allá de la materialidad. Las copas por detrás de la figura, formando un semi círculo, nos conecta con la noción de la protección divina. Esta carta representa lo inconmensurable como Verdad revelada, y la infinita gracia de Dios que se llueve sobre nosotros si tan sólo nos abrimos de corazón y vibramos positivamente.
Este decanato está regido por Júpiter y nos remite a la idea de la trascendencia espiritual, donde conectamos con la idea de lo superior, y de una Verdad suprema que se esconde por detrás de todo lo aparente.
Para encontrar a Dios, primero tuvimos que rendirnos frente a él en el decanato anterior, pero ahora nos encontramos con la idea de la expansión y nos abrimos a lo que la vida tiene para ofrecernos. Esto tiene que ver con soltar las pretenciones del Ego y simplemente esperar apaciblemente, que las señales vengan a nosotros.
Tener a un Dios por el cual vivir nos llena de sentido y nos otorga una gran fortaleza a través de nuestra Fe. Este decanato nos llama a practicar la confianza en el porvenir y que si hoy la vida te da limones, pues haz limonada. Es decir, hacemos con lo que la vida nos da, y simplemente nos dedicamos a aceptar lo que el destino nos arroja en el camino.
Descansamos en paz, porque comprendemos que el plan divino se manifiesta a través de nosotros, y que todo está predestinado. Las bondades de Dios a través de sus regalos también nos hacen sentir enormemente gratificados, y simplemente querremos agradecer al Cielo por todo lo que tenemos.
Son las situaciones donde realmente conectamos con la grandeza de las pequeñas cosas, como el acto de bondad espontáneo entre dos personas que no se conocen, pero que se ayudan desinteresadamente. Sabemos que lo que damos, nos volverá multiplicado, porque todo es un círculo y la energía es lo que se mueve detrás de cada acción. Nos remite a la idea del Karma y a la buena obranza para poder lograr una verdadera evolución, y de manifestar el Paraíso prometido aquí en la Tierra.
Las posiciones de Piscis en este decanato nos hará realmente empáticos y abiertos a toda forma de vida. Si abrimos nuestros ojos, las señales místicas aparecerán en todos lados, llamadas sincronicidades, que veremos en los números repetidos, en las letras de las canciones, o en misteriosas apariciones y sucesos que nos harán preguntarnos “¿Esto es real? dije yo“.

El tercer decanato de Piscis: La Lucha por los Sueños.
El tercer decanato de Piscis está representado por la carta del 10 de Copas. En esta imagen vemos la idea de la felicidad y del regocijo, y es una clara representación de los sueños. El arco iris formado por las copas nos habla de un ideal o de un potencial de logro, una meta por alcanzar. Completan el cuadro unos niños jugando y unos padres, lo cual nos trasmite una idea de familiaridad, o de completitud, propia de un estado de encuentro con lo divino. La vida está llena de grandes cuentos por contar, y de finales felices y sólo las viviremos si estamos dispuestos a luchar por nuestros sueños. Si nos embarcamos en la aventura de la vida, sabemos que el final de todo llegarán las tan preciadas recompensas.
Este es el decanato regido por Marte. Es la pulsión del alma, que nos guía inconscientemente por la vida. Esta fuerza se manifiesta como una poderosa puja oculta con la que quizás luchemos inconscientemente, pero que quiere liberarse. Esta nos guía inconscientemente por la vida, y nos conecta a todos los eventos que se suceden en nuestra vida.
Estamos ante el fin de un ciclo, y representa tanto un final, como el nacimiento de un nuevo ciclo, al que se antecede. Son las patadas del bebé en estado fetal, que anuncia su llegada, o las contracciones del útero que nos antela el momento del nacimiento, en el grado 0° de Aries.
Gracias a personas que han vuelto de la muerte, sabemos que nos esvanecemos en una luz blanca y pura que nos abraza totalitariamente. Cuando estamos traspasando el velo en ese estado de semiconsciencia, vemos imagenes de los mejores momentos de nuestra vida, sumarizados en una síntesis espectacular.
Es como estar ante los créditos de la película de nuestra vida, donde ya vimos todo lo que vivimos. Sólo nos queda disfrutar del final mientras la música nos acompaña hacia la disolución totalitaria. Estamos ante un estado de omniconsciencia, que es propia de un estado de Divinidad.

 

El alma, antes de encarnar, digamos que “firma un contrato”, porque sabe todos los desafíos y las recompensas que vendrán con este nuevo ciclo que representa el nacimiento. Dios corta una porción de sí, y la envuelve en un cuerpo, con una misión inscripta, como el ADN, que deberá ser cumplida. Es esta la misión de vida, que será cumplida como dictamen, y que nosotros llamaremos destino.
Las posiciones de Piscis en este decanato nos hablan de una mayor fuerza de lucha, sobre todo con uno mismo. Esta será un desafío espiritual, como el que vivimos cuando tenemos que afrontar nuestra propia muerte.
Los conflictos pondrán a prueba nuestra voluntad de vida, y harán estallar las irrefrenables ganas de vivir, que se esconden dentro nuestro Es lo divino que hay en nosotros, que está queriendo expresarse a través de nuestros deseos más reprimidos e inconscientes.
También nos habla de una intuición potenciada, y personas con posiciones en este decanato, van a tener una capacidad de meterse en el inconsciente de la gente. Los sueños serán premonitorios, y las personas se volverán mensajeros divinos capaces de hacer de puente entre el mundo de los vivos y de los muertos.
Este decanato sugiere eventos imprevistos que nos harán cambiar de rumbo ante la vida, así como de grandes despertares de consciencia donde nos volveremos omniscientes.

 

A veces nos anestesia la realidad y no podemos conectar con nuestra esencia creadora; será entonces responsabilidad del destino interponernos con nosotros mismos a través de factores externos, y perderemos un trabajo que no sentíamos que no podíamos abandonar, o se cortará una relación de muchos años.
Al principio uno puede problematizarse, y preguntarse el porqué, pero en realidad no es más que el tejido inconsciente y totalitario intercediendo por nosotros. Depende de nosotros tomarlos como un empuje de una fuerza superior invisible, guiándonos hacia el canal de parto de nuestros sueños. Si comprendemos que la vida también obra a nuestro favor, incluso cuando aparenta ponerse en contra nuestro, entenderemos que todo está conectado, y quizás recordemos la noción de que hay una misión de vida por cumplir.

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