El símbolo que lo representa es el Escorpión, arácnido nocturno que se mueve sigilosamente y es capaz de inyectar un poderoso veneno que puede ser mortal.
En otras representaciones, se lo relaciona con el ave fénix, criatura mitológica capaz de renacer de las cenizas, fortalecido. Esta amplitud de símbolos para dar con lo escorpiano, nos habla de su gran complejidad como arquetipo, y es que Escorpio es más bien un proceso.
Escorpio es el 8vo signo zodiacal, 8 como las patas de la araña, o del alacrán, número que si damos vuelta tendremos al símbolo del inifinito. Viene después de Libra, de haber descubierto al Otro y ahora debemos fusionarnos con él, para construir algo en conjunto, superior al ego individual. Pero para ello, debemos dejar atrás una porción de nosotros. En esta instancia es donde integramos profundamente la presencia del otro en la vida y nos compartimos absolutamente.
La función ontológica de Escorpio es TRANSFORMAR. Aquí se vive la muerte y la resurrección constante. Es vivir la pérdida como ganancia, y entender que la oscuridad es una proyección de la luz. Que todo lo malo, es por un bien negado; que el odio, sólo puede ser por la idea de un amor traicionado.
Entender a Escorpio es muy difícil porque implica entender la dualidad intrínseca del universo, que es contradictoria: nacemos para morirnos, y para re-nacer de nuevo. Escorpio es el ciclo constante universal.
Por esta dualidad, la alquimización es una tarea más que necesaria: es convertir el veneno en antídoto, es pasar de un estado más bajo a uno superior. Y en esto, Escorpio es un gran maestro, ya que convive tanto con la oscuridad que sólo le queda extraer la luz de ella. Sufrir la pérdida material o de un ser querido (la muerte, simbólicamente) nos permite entrar comprender con amplitud el arquetipo de La Muerte, más que negarlo en las sombras del inconsciente.
Si reconocemos la razón de ser de las situaciones desventajosas, y comprendemos que el universo se maneja de manera misteriosas —escorpianas—, quizás entendamos que la pérdida me trajo otro tipo de ganancia, una de tipo espiritual. “Lo que no te mata, te hace más fuerte”, es una frase que resuena mucho con el modo de vivir lo escorpiano, y puesto que sus nativos deben transitar a menudo estas situaciones, tienen el potencial de volverse muy fuertes.
Su elemento es el agua, por lo que lo hace profundo, emocional, intuitivo y complejo. Tiene una naturaleza receptiva y reactiva, pero también concentran todo el poder de las emociones, el cual puede ser tan violento y arrasador como un tsunami. Se les conoce por ser intensos y posesivos, y es que, para Escorpio, el amor implica una entrega muy profunda.
Tienen un gran temor oculto a ser traicionados, y las experiencias traumáticas de la vida pudieran haber logrado cercenarlo del resto, desconfiando de hasta su propia sombra. Y es que, con Escorpio, el enemigo convive muy cercanamente, y muchas veces se convierte en un estado de alerta constante y paranoia. Pudiéramos decir que el enemigo somos nosotros mismos, al proyectar las sombras en el afuera, pero es que la oscuridad existe, y es gracias a este signo, que podemos reconocerla como una extensión de lo propio.
Una manifestación temprana de lo escorpiano nos lleva a vivir grandes crisis psíquicas, que los hacen entrar en un estado de supervivencia. Pero el sufrimiento no tiene por qué ser una condena inherente a este signo, si se puede lograr la tan ansiada trasmutación. Esto más bien sería volverse adicto al dolor, y volver a repetir las situaciones de trauma, no queriendo dejarlo atrás.
Su modalidad fija los hace muy inamovibles de su postura, y tienden a la fijeza e inercia de las ideas. La energía escorpiana es muy absolutista porque sus percepciones son únicas y muy viscerales. Casi siempre vienen en forma de intuición, que les avisa del peligro, como si fuera un sexto sentido. Escorpio tiene que aprender a soltar el pasado y no quedarse agarrado del dolor.
El sufrimiento puede ser una condición inherente al signo, si no se puede lograr una consciencia mayor de que lo que nos pasa. Escorpio tiene una conexión única con el mundo y todo parte de su emocionalidad que se vive de manera tan polar e intensa.
Su planeta regente es Plutón, Planeta de la Muerte y la Destrucción, lo cual lo hace implacable, transformativo y liberador. Escorpio no teme a reconocer el final de las cosas, y por eso se precipita a terminar situaciones cuando siente que estas ya no van para más. Escorpio tiene muy baja tolerancia a la falsedad y lo que no es sano, y romperá con todo aquello que lo detiene de lograr su forma más elevada.
Escorpio es un signo altamente magnético, que causa tanto obsesión como rechazo. La gente naturalmente se siente atraída por ellos y tienden a confiar sus más oscuros secretos en ellos. Son unos grandes tesoreros de confidencias ajenas, y en eso, se configura su poder.
También lo rige Marte, Planeta de la Guerra, que les da ese carácter violento (aunque contenido), intenso y pasional. Quieren lograr la supremacía y son muy determinados y ambiciosos cuando se trata de obtener lo que tanto anhelan. A veces en desmedro de otras consideraciones y sin tener en cuenta las represalias. Necesitan sentirse en control de las situaciones en un intento de obtener poder.
Son sigilosos, cautos, estrategas. Cualquier contrato con ellos es un pacto de sangre, y la palabra ha de ser cumplida. No toleran la traición, y ella puede acarrear el planeamiento de la más elaborada venganza.
Pero un Escorpio evolucionado, sabe, que, por su conexión tan íntima con el Universo, hacerle daño al otro, es hacerse daño a uno mismo. Por eso el Escorpiano debe escoger bien sus batallas, ya que todo implica un gasto y un movimiento de energías invisibles, de las cuales uno termina siendo parte…
Si alguna vez viste una persona que sufre crónicamente de la vida, quizás esta sea una devolución de la energía del universo. Esta es la versión baja de Escorpio, que tiende a darle mucha entidad a las situaciones críticas y los problemas. En vez de anticiparse a la desgracia, pudiera estar invocándola, atrayendo una realidad oscura y conflictiva.
Esta energía debe ser siempre usada para el bien mayoritario, ya que Escorpio implica, tácitamente, evolución. Si el Escorpio usa sus poderes para el bien, obtendrá la gloria y la tan ansiada exoneración del Alma atrapada en el cuerpo. Entonces Escorpio será intocable, y nada de lo que sucede en su exterior, sucede por fuera de sí mismo.
El Escorpiano evolucionado no daña al resto porque sabe que de eso se encarga el Karma. Más bien toma estas experiencias desventajosas a su favor, para que le enseñen, y que le otorguen poder espiritual.