Saturno es el principio del Límite, que restringe y estructura, para que crezcamos sostenidamente. Es el Padre del Zodíaco, y su función es la de delimitar la forma de las cosas para consolidar en el mundo real. Es el sentido de autoridad, la Ley interna que nos rige y ante la cual hemos de obedecer.
Saturno por mucho tiempo fue el planeta más exterior del sistema solar, y esto es significativo, ya que representaba un borde a nuestra consciencia. El resto de planetas transaturninos (Urano, Neptuno y Plutón) no eran conocidos previo a 1781, por lo que Saturno fue considerado hasta entonces la frontera que delimitaba nuestro universo observable y que nos separaba del enigma de lo desconocido.
Cuando hablamos de fronteras, Saturno resuena, ya que éste es el principio de lo que rige: los límites que establecen nuestra realidad tangible. Saturno son las leyes físicas que delimitan nuestra realidad.
Las leyes son principios indiscutibles, y nos permiten predecir el comportamiento de los fenómenos, como así también habilita que las cosas tengan entidad, ya que si no tuviéramos estructura ni borde, todo estaría mezclado. Nosotros estamos individualizados gracias a nuestro esqueleto—estructura— que nos permite erguirnos y sostenernos, y a nuestra piel—borde— que delimita nuestro interior, de nuestro exterior.
Representa la figura paterna, es decir, la ley que tenemos que introyectar para convertirnos en nuestra propia autoridad y funcionar con autosuficiencia. Esta viene idealmente del padre, cuya función es cortar el vínculo del hijo con la madre para que el niño pueda prosperar en sociedad.
Las normas pueden ser algo que generen rechazo, o hasta incluso aversión. Y de aquí viene la mala fama de Saturno que se lo conoce como el maléfico mayor. Yo personalmente creo que llamar a Saturno así sólo genera mayor oposición y nos aleja de asumir su misión madurativa.
Como capricorniano, puedo dar fe de que Saturno es un planeta justo y que también tiene un lado muy positivo, que es la concreción de los logros, la perdurabilidad, y por sobre todas las cosas, la supervivencia. Ya que sin leyes internas, nos chocaríamos con la realidad… y eso sí que duele.
La misión de Saturno es bastante noble, e integrarlo de una manera más amena a nuestras vidas, da señales claras de maduración. Porque esto en definitiva, es el objetivo de Saturno: hacernos responsables.
La naturaleza de estos límites vendrán de la mano de la energía que posea Saturno: si se encuentra en Aries, los límites son físicos y conflictivos, impuestos por sobre el libre albedrío, y a nuestra forma de actuar. Pero si son piscianos, el límite no es tangible, es más bien espiritual y kármico, al tener que reconocer que todos estamos unidos, y que cualquier acción del pasado afecta tu futuro.
Se lo conoce como el Señor del Tiempo, ya que la lección de Saturno no puede ser obviada ni postergada. Nos hará conscientes del paso del tiempo y del trabajo que es necesario lograr nuestros objetivos. Con él, desarrollaremos la perseverancia, disciplina, autogestión y resistencia.
Saturno rige los signos de Capricornio y Acuario, y esto también es simbólico ya que podemos ver dos contrapartes que se juegan. La primera es la clásica, Capricornio, como la realidad como tal y la construcción de tu futuro. Acuario es todo aquello que es real pero que permanece oculto a nosotros, en el silencio de lo no descubierto. Acuario es el futuro que vendrá, más allá de lo construido hasta ahora. Ambos son signos saturninos porque marcan la medida del tiempo, tienden a ser fríos y distantes, y tienen un sentido de propósito sobre el cual han de trabajar.
En la psicología, Freud lo llamó Superyó, y es la parte de la personalidad que nos dicta la órden moral que corta con las pulsiones del Ello (la Luna) y que limita la libertad de acción del Yo (el Sol).
Saturno se manifiesta a través de los miedos. En la casa que esté, será el área dónde sentiremos que somos “comidos”, tal como en la mitología Cronos devoraba a sus hijos. Nos hará sentir incapacitados, y es probable que nos resistamos a hacernos cargo. Por ejemplo, si se encuentra en la casa III, éste nos exigirá responsabilidad de nuestros dichos y estudiar para ser idóneos en el tema que toquemos. La presión hará que sintamos que nunca sabemos suficiente y que mejor callar que opinar holgadamente.
Si no respondes adecuadamente, Saturno castiga severamente, y te pondrá en tu lugar (no por nada es el Señor del Karma). Pero si sigues sus instrucciones, Saturno te reconoce los esfuerzos y te recompensa con el éxito material.
Al final, Saturno el encargado de dotarnos de un propósito de vida y de un arco evolutivo a nuestro personaje, ya que deberemos de trabajar sobre nuestras debilidades para convertirlas en la zona de mayor rigidez y solvencia.